Alimentación sana y saludable

Leticia Curto

En estos tiempos, de creciente sofisticación tecnológica, nos jactamos de que nuestra esperanza de vida se ha alargado, vivimos más años. No solemos pararnos a pensar en que, aunque esto es cierto, el número de personas centenarias ha disminuido.

Una mirada amplia, nos puede hacer viajar hasta el archipiélago japonés de coral de Okinawa. Allí, existe un pueblo llamado Ogimi que quizás sea el lugar con la mayor concentración de centenarios del mundo.

Como se ha comprobado, la incidencia de enfermedades cardiovasculares, cáncer o patología degenerativa es muy baja. Es decir, cumplir años y además hacerlo con salud, armonía y viviendo en plenitud.

Según parece, el secreto se halla repartido en tres pilares básicos: la alimentación, el ejercicio físico y el control del estrés.

El control del estrés les lleva a vivir una vida tranquila, con sentido espiritual. Cuidan diariamente la conexión con la naturaleza, los ancestros y el placer de vivir. Meditan habitualmente, lo que les ayuda a relajarse. Cultivan el optimismo y el sentido del humor y mantienen una red tupida de lazos con sus familiares y la comunidad, donde se cuidan unos a otros tanto en el aspecto emocional como el financiero y social.

Respecto al ejercicio físico, se ha visto que, incluso los centenarios, realizan con frecuencia deporte suave, como montar en bicicleta, pasear o cuidar de su huerto, bailes tradicionales, pescar y las artes marciales.

La alimentación, se basa en una dieta semi-vegetariana, en la que se priman los productos vegetales, los granos y las semillas. Los alimentos de origen animal, suelen ser pescado y poca carne. Prescinden casi por completo de lácteos y azúcares, pero toman cantidades altas de antioxidantes en alimentos como las verduras, el té y las especias como el cúrcuma.

La clave, siempre es la moderación en la alimentación. Practican harahachi bu, es decir: come hasta que estés saciado al 80%, una garantía para llegar a edad avanzada con buena salud.

Os invito a mirar hacia atrás, en vez de hacia delante y aprender de culturas milenarias la forma de recuperar nuestra alegría y la conexión con la naturaleza, que nos llevarán de la mano hacia una forma de vida saludable y longeva.