¿Se puede reprogramar el ADN?

Mado Martínez

Dejarse llevar por la cólera, sumirse en un estado melancólico, reír, sentirse agradecido, llorar, experimentar miedo… Son emociones que se encuentran dentro del alargado río de estados de ánimo que desembocan en el mar de nuestro organismo. Los estudios científicos sugieren que lo que sentimos afecta a nuestra genética llegando a imprimir modificaciones que podrían determinar la diferencia entre una vida sana y una vida de enfermedades.

Las influencias ambientales pueden influir en los genes.

Nos acercamos al Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Allí investiga Elaine Vieira, Doctora por la Universidad de Uppsala, en Suecia. Nuestra científica realiza investigaciones en cronobiología y tiene estudios postdoctorales en el KarolisnkaInstitutet de Estocolmo, así como en la Universidad Miguel Hernández; aparte de una sonrisa encantadora y una amable disposición a colaborar con nosotros.

Cuando le preguntamos si pueden las emociones afectar a nuestra genética, nos responde: Sí, mucho más de lo que imaginamos. No solo las emociones, las influencias ambientales, la nutrición, el entorno, también. ¿Cómo es esto posible?

La idea de que nuestro entorno puede alterar nuestros genes no es nueva y tiene un nombre: Epigenética. El nombre significa literalmente: “el control de la genética”, y cambió por completo los conceptos científicos sobre la vida. En la última década, la investigación ha establecido que los patrones epigenéticos del ADN que pasa a través de los genes no son definitivos, es decir, existen influencias ambientales como la nutrición, el estrés y las emociones que pueden influir en los genes. Una de las consecuencias de las modificaciones epigenéticas es que los genes cambiados pueden pasar a las generaciones futuras.

O te aclimatas o te “aclimueres”.

Siempre habíamos oído que la ingestión de alimentos con productos químicos nocivos que se depositan en nuestro organismo se transmiten, no sólo en la cadena alimentaria, sino de padres a hijos durante generaciones. Pero Elaine nos abre la puerta a más posibilidades. Llamamos al Doctor Luis Bardasano, biólogo y médico, catedrático especialista en bioelectromagnetismo y Director del Departamento de Especialidades Médicas de la Facultad de Medicina de Alcalá de Henares. Este gran sabio se considera a sí mismo un neolamarckiano, y nos habla con total claridad sobre la relación entre las emociones y la genética. El stress, por ejemplo, puede considerarse desde un punto de vista neuroquímico y neuroeléctrico, como un elemento que podría alterar o modificar el componente genético de una célula cuando sobrepasa determinadas condiciones.

¿Qué hay de la posibilidad de que podamos transmitir a nuestros hijos las modificaciones genéticas adquiridas por la influencia de nuestras emociones? El Doctor Bardasano así lo cree y nos responde con un ejemplo sencillo extraído de la botánica: En la vida o te aclimatas o te “aclimueres”. Si logras aclimatarte, se lo pasas a tu descendencia. Un ciruelo que está enfermo y logra superar su enfermedad da al año siguiente los mejores frutos y de más calidad, y consecuentemente, da las mejores y más extraordinarias semillas con una capacidad de aguante superior a esa misma enfermedad que en ocasiones puede llegar a ser inmune. Entre padres e hijos sucede igual.

Emociones positivas o negativas: ¿Cómo afectan a nuestra salud?

Decir que tener una actitud positiva y alegre desde la infancia va a suponer tener una vida sana casi suena a cuento de hadas. O sea que las emociones “buenas” tienen buenas consecuencias y las emociones “malas” tienen malas consecuencias.

El famoso doctor DeepakChopra(autor de diversos libros entre los cuales destaca:La curación cuántica), nos explica de qué manera influyen las emociones positivas/negativas en la proliferación de enfermedades y/o en la curación o aceleración de las mismas. El dédalo de la conexión mente-cuerpo no es tan fácil de resolver. Si nos preguntamos por qué una mente positiva no es necesariamente una promesa de buena salud, cuando a priori sería lo lógico, nos damos cuenta que la respuesta está en la definición que damos de la palabra «mente».

No se trata de una cuestión filosófica, sino de un problema práctico. Si un paciente acude a mí con un cáncer, ¿en qué momento habré de juzgar su estado mental: En el día del diagnóstico, mucho antes o mucho después? El doctor Lawrence LeShan(autor de unos estudios pioneros de los años cincuenta, que establecían una relación entre el sentimiento y el cáncer), solía rastrear en la infancia de sus pacientes para desterrar la semilla negra que envenenó su psique, defendiendo así una teoría según la cual esa semilla yace durmiente en el subconsciente durante años, antes de inducir una enfermedad.

Yo mismo traté a un paciente con cáncer de pulmón que pudo sobrevivir cómodamente durante cinco años con una lesión importante en los pulmones. No sospechaba que la lesión fuera cancerosa, pero al llegar de forma paulatina, cuando le comuniqué el diagnóstico de cáncer de pulmón, fue presa del pánico. Al cabo de un mes, empezó a toser y escupir sangre, murió tres meses más tarde. Si es cierto que su estado mental contribuyó a precipitar los acontecimientos, debió de actuar muy rápido. Este paciente podía superar su tumor, no su diagnóstico.

Amit Goswani es físico teórico nuclear y miembro del Instituto de Física Teórica de la Universidad de Oregón, donde enseña física desde hace 32 años. Tras un periodo de aflicción y angustia en su vida privada y profesional cuando tenía 38 años, empezó a interesarse por la teoría cosmológica cuántica, la física cuántica y sus aplicaciones al problema cuerpo-mente. Es autor, entre otros libros, de El médico cuántico.

Goswami confirma experiencias que evidencian la presencia de campos sutiles: Se refiere a los chakras. Hay que tener en cuenta la tradición de la que procede Goswami(que se doctoró en Calcuta-India) en el cuerpo humano. Esta mente brillante de la teoría física nuclear afirma que las emociones negativas interfieren en la programación interna del cuerpo, y por lo tanto, eso afecta al sistema inmunológico.