Crea la vida que deseas

No debemos olvidar nunca que estamos compuestos de un cuerpo y de una mente, si bien la mente es siempre más poderosa, pues todo lo que pensamos finalmente termina convirtiéndose en actos positivos o negativos. Una mente que en sí misma no es más que una serie de impresiones grabadas que se expresan incesantemente en forma de impulsos y pensamientos, y que además no es más que aquello que ella misma hace; siendo por ello que la purificación y el control de la mente es el objetivo central y principal de todos los yogas.

Dice la Tradición de Ananda Marga: “La mente consciente es nuestro estado normal de conciencia durante la vigilia, depende el intelecto y busca soluciones racionales a nuestros problemas. La mente subconsciente representa una parte muchísimo mayor de nuestra conciencia que se expresa cuando dormimos, aunque también está activa durante horas de vigilia. El subconsciente es como un vasto océano del que la mente consciente sobresale como una pequeña isla. En él están inmersos nuestros innumerables hábitos y tendencias. El super consciente representa el grado más elevado de nuestra conciencia. Es el reino de la auténtica percepción. Cuando la mente está serena y en estado elevado, surgen profundas percepciones e inspiraciones”.

Para vivir la vida razonablemente satisfactoria tenemos tres posibilidades. La primera opción es conseguir aumentar nuestras tendencias emocionales positivas y aprender a disfrutar de las cosas cotidianas. La segunda opción, más satisfactoria y gozosa, es emplear nuestras habilidades, talentos y capacidades con frecuencia: usarlos en el trabajo, en las relaciones sociales, en los momentos de ocio, etc. La tercera posibilidad es la más compleja y se refiere a enfocarse en algo que uno valora a fin de conseguirlo: alcanzar nuestro objetivo.

La verdadera práctica espiritual tiene como función el desarrollo de actitudes emocionales positivas como la empatía, la gratitud, el amor, la compasión… además de que nos permite una mayor flexibilidad en relación a la imagen personal que hemos creado o nos han creado. Dicen los Gurús y los Maestros y Maestras auto-realizados que la verdadera felicidad no se encuentra en lo que cambia y perece, sino en lo que no cambia; pues dolor y placer se alteran constantemente. De un modo más completo señalan que la verdadera felicidad-plenitud sólo acontece cuando somos conscientes de nuestra naturaleza primordial.

Cuando vivimos desde nuestro ser esencial todo lo demás viene detrás. A pesar de ello, las personas nos dedicamos a buscar la felicidad en las experiencias y dejamos para después el conocimiento de nosotros mismos.

Hacemos pues las cosas al revés, pues lo que debería acontecer, sería primero, buscar buenas experiencias tratando de evitar las inadecuadas: análisis y reflexión. Buscamos ganancias, éxito, reconocimiento, bienestar… y huimos de las pérdidas, el fracaso, la crítica, el malestar… Nos olvidamos de que todas estas experiencias forman parte de las cosas efímeras y perecederas. Tenemos pues dos problemas, pues, por un lado, estamos constantemente expuestos a la insatisfacción, a la frustración y a la incertidumbre; en una palabra: al sufrimiento. Y por el otro lado, nos convertimos en víctimas de las experiencias: perdemos la libertad personal.

Así es como viven los seres humanos en la Tierra, hasta el punto de que esto es asumido como algo normal, cuando es precisamente todo lo contrario. Pensar de esta manera nos conduce al estado de dependencia más absoluta y cruel que podamos imaginar. Pensamos que las experiencias de dolor y placer son inevitables, y que por consiguiente han de determinar nuestro grado de felicidad o infelicidad. Sin embargo, las palabras de los Maestros y de las Maestras nos señalan otros caminos claramente diferenciados que podemos transcender a fin de poder encontrar una paz interior que es independiente de los acontecimientos.

Me gusta pensar que si nos reinventamos seremos la mejor versión de nosotros mismos. Y se puede lograr si nos aventuramos por-el camino de tu nuevo yo, despertando la curiosidad por aprendiendo todo sobre ti: explorando tu nuevo potencial y descubriendo tus talentos ocultos. Adéntrate en el asombroso poder de transformación que tiene tu mente, y aprende cómo adiestrarla para que tus pensamientos te dirijan hacia la realidad que de verdad deseas vivir.

Decía Boecio: “Quien con toda su alma busca la verdad y no quiere perderse por caminos tortuosos, habrá de dirigir la luz de su mirada interior hacia sí mismo”. La meditación nos conduce por esos senderos donde habita el reencuentro y el gozo, el descubrimiento de uno mismo-misma y la quietud de la mente.